La confirmación de que Bad Bunny será el artista principal del show de medio tiempo del Super Bowl 2026 ha generado un intenso debate en Estados Unidos.
Para millones de fanáticos, se trata de un reconocimiento histórico al talento latino. Sin embargo, diversos sectores políticos conservadores han reaccionado con molestia; alegando que la NFL está “politizando” el evento deportivo más visto del país.
El espectáculo se realizará el 8 de febrero de 2026, y desde el anuncio, la polémica no ha dejado de crecer.
Personajes políticos como Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional, advirtieron que habrá estrictos controles migratorios durante el evento; lo cual fue interpretado como un mensaje contra la comunidad latina. Incluso el expresidente Donald Trump aseguró públicamente que “ni conoce” a Bad Bunny, comentario que muchos calificaron como una provocación.
Revelan la verdadera razón del odio hacia Bad Bunny en EE.UU

Analistas consideran que la controversia va más allá de la música. Según Aurora Muriente, profesora de humanidades de la Universidad de Puerto Rico; la reacción negativa contra Bad Bunny proviene de sectores que rechazan su postura política y su defensa de los latinos.
El artista puertorriqueño ha criticado abiertamente las políticas migratorias y ha denunciado abusos del ICE contra la comunidad hispana.
Además de su posición política, Bad Bunny se ha consolidado como una potencia cultural. Ha sido el artista más escuchado en Spotify durante tres años consecutivos y su tour «World’s Hottest Tour» se convirtió en la segunda gira con mayor recaudación en la historia de Estados Unidos.
Su participación en el Super Bowl representa un hito para la música latina y un símbolo de representación para Puerto Rico.
Pero este triunfo artístico vuelve a poner en la mesa un tema incómodo: la relación desigual entre Puerto Rico y Estados Unidos.
Aunque los puertorriqueños tienen ciudadanía estadounidense desde 1917, carecen de plenos derechos políticos; lo que muchos califican como una relación colonial moderna. La presencia de Bad Bunny en el Super Bowl reaviva el debate sobre identidad, inclusión y poder cultural latino en Norteamérica.
 
		 
			

















