Orcas en el Estrecho: incidencia creciente de “ataques” a veleros en Europa

Foto; referencia/ Cortesía

Desde 2020, una pequeña subpoblación de orcas en aguas del Estrecho de Gibraltar y las costas de España y Portugal ha protagonizado un fenómeno sorprendente: interacciones físicas con embarcaciones, principalmente veleros de tamaño medio. En cerca de 500 a 670 incidentes, algunas embarcaciones resultaron dañadas y hasta cuatro han llegado a hundirse.

Los animales, especialmente juveniles, atacan intencionadamente los timones utilizando golpes directos con la cabeza o mordisqueos. En muchos casos, el timón se rompe o queda inhabilitado, lo que puede dejar el barco incontrolable.

Existen dos grandes hipótesis para explicar estos comportamientos:

Juego lúdico y aprendizaje social: Se ha documentado que una hembra madura, bautizada como White Gladis, sufrió un evento traumático con un barco, y desde entonces habría iniciado esta conducta que el resto del grupo habría aprendido por imitación. Muchos científicos coinciden en que se trata de un fenómeno cultural emergente sin intención agresiva hacia las personas, sino como “entrenamiento” o diversión entre cetáceos.

Curiosidad juvenil y tiempo libre: La recuperación del atún rojo, una presa habitual, habría liberado tiempo que la población usa para explorar el entorno de forma juguetona, lo que incluye interactuar con estructuras como los timones de los barcos.

Un juego peligroso: Orcas juveniles dañan timones y hunden barcos

Aunque ninguna de estas interacciones ha provocado lesiones humanas, la comunidad náutica está alarmada. Expertos recomiendan que ante un encuentro se apague el motor, se baje la vela, se detenga el timón y se eviten movimientos bruscos para no intensificar el comportamiento.

Recientemente, en el mar Cantábrico, se registraron dos incidentes frente a la costa vasca. En uno de ellos, un velero francés sufrió daños en el timón y fue remolcado; mientras que en el otro logró llegar al puerto con daños menores. Las autoridades insisten en que no se trata de agresión, sino de un comportamiento observado y aprendido, ya vinculado a White Gladis.

RT