Después de 38 años de dolorosa separación, el destino obró un milagro en la vida de una madre y su hija. La angustia de casi cuatro décadas llegó a su fin en un emotivo reencuentro gracias a tik tok, que nos recuerda el poder inquebrantable del amor familiar.
Esta es la conmovedora historia de María Jeny Rodríguez Doméis, originaria de Bilwi, y su hija, María de los Ángeles Rodríguez Doméis, quien reside en Guápiles, Costa Rica. Su separación fue producto de un acto cruel y vengativo: el padre de la niña la secuestró y la vendió, desapareciendo con ella sin dejar rastro.
María Rodríguez Doméis nunca perdió la esperanza. Su vida se convirtió en una búsqueda incansable. Recorrió León y La Paz Centro, siguiendo pistas que la llevaban a callejones sin salida. A pesar de los años de sufrimiento, su corazón de madre no se rindió. «He vivido 38 años de angustia y sufrimiento buscando a mi hija», relató con la voz entrecortada por la emoción.
La tecnología, a través de una simple publicación en la red social TikTok, fue el puente para el reencuentro de esta familia. María publicó un video anunciando que viajaba a Honduras para el entierro de una prima, un detalle que, sin saberlo, se convertiría en el hilo de la esperanza. Fue su nieta, Escarlet Yaoska Ortiz Rodríguez, quien vio el video y sintió una conexión instantánea. La sospecha de que María podría ser su abuela la llevó a actuar de inmediato.
Tik Tok hace reencuentro de madre e hija tras 38 años de búsqueda incansable

Con valentía, Escarlet envió un mensaje a María, pidiéndole su número de teléfono. La comunicación continuó por WhatsApp, y a cada mensaje, la verdad se hacía más evidente. «Fue una publicación que hice en TikTok, la hija mayor de mi hija me encontró y le dijo a su mamá que hay una persona que tiene el mismo apellido y que posiblemente sea su mamá, y así fue», afirmó María, con la felicidad desbordante de quien ha recuperado el mayor tesoro de su vida.
El pasado 17 de agosto, María emprendió un viaje lleno de nervios y emoción desde Managua hacia Costa Rica. El martes siguiente, llegó a Guápiles, Limón, donde se dio el tan esperado reencuentro. Las lágrimas que brotaban no eran de dolor, sino de una inmensa alegría, de la felicidad de un abrazo largamente anhelado, sellando 38 años de espera que finalmente culminó en el milagro del reencuentro entre una madre y su hija.



















