Desde tempranas horas de la mañana, los cementerios de la capital se llenaron de familias nicaragüenses que llegaron con flores, escobas y pintura en mano para limpiar, arreglar y embellecer las tumbas de sus madres que ya no están físicamente, pero que siguen vivas en sus corazones.
“No hace tanta falta nuestra mamá, que partió un 16 de julio del 2023. Aquí te amamos, madre mía, siempre te tenemos en nuestros corazones. Te amamos hasta el infinito, hasta allá en el cielo. Besos y abrazos, madre mía. Ya tenemos dos años en esa alegría que ella nos transmitía”, expresó entre lágrimas Josefa González, familiar de difunto.
El 30 de mayo, Día de las Madres en Nicaragua, es una fecha que conmueve profundamente a quienes han perdido a ese ser tan especial. En cada lápida adornada se reflejaba el cariño de hijos y nietos que, entre lágrimas, risas y oraciones, recordaban anécdotas, agradecimientos y todo lo que representa el amor de una madre.

Muchas personas llegaron en familia, llevando arreglos florales, globos y hasta música. Algunos se tomaron el tiempo para pintar cruces o decorar con esmero los espacios donde reposan sus madres, como una muestra del amor que trasciende el tiempo.
Miles conmemoran a sus madres en camposantos de la capital
Durante la jornada, también se escucharon reflexiones profundas. Algunos visitantes destacaron la importancia de valorar a las madres mientras están en vida, de dedicarles tiempo, escucharlas y demostrarles amor con gestos sencillos que dejan huella.
“Yo digo que todos somos malagradecidos, no somos perfectos. Ahora que yo no la tengo es cuando más la extraño, porque uno, cuando la tiene, siempre es malcriado. Y lo que yo puedo decir a los jóvenes es que la cuiden ahora, aunque su mamá les diga sus cosas, como toda madre. Deben de cuidarla, amarla, respetarla y valorarlas siempre”, dijo Iliana Treminio, familiar de difunto.

El ambiente, aunque cargado de nostalgia, también estuvo lleno de esperanza y unión familiar. Porque más allá del dolor, lo que prevalece es la gratitud y la certeza de que el amor de una madre nunca muere.
Hay que destacar que ese amor no se acaba con su partida; sigue vivo, guiando, impulsando y abrazando desde lo más profundo del alma.
 
		 
			

















