Cuatro personas murieron y decenas resultaron heridas este miércoles en Leh, capital de Ladakh, India, tras una manifestación que inicialmente fue pacífica y que terminó en violencia.
Los disturbios comenzaron luego de que dos activistas fueran hospitalizados tras una huelga de hambre de 15 días, y se intensificaron cuando grupos de jóvenes se separaron de la protesta principal para arrojar piedras a edificios administrativos y a la oficina regional del gobernante Partido Popular Indio (BJP).
Las fuerzas de seguridad desplegaron un operativo para controlar la situación, utilizando gases lacrimógenos y armas en autodefensa, según confirmó el Ministerio del Interior.
Más de 30 agentes resultaron heridos, mientras que varios vehículos policiales y la oficina del BJP fueron incendiados. Ante la violencia, las autoridades impusieron restricciones en la ciudad, prohibiendo reuniones de más de cinco personas.
Violenta protesta sacude una región ‘rebelde’ de India
Algunos activistas atribuyen los desmanes a la frustración acumulada de la generación Z, que considera que Nueva Delhi no atiende las demandas de la población local. El activista Sonam Wangchuk señaló que se trató de un “estallido juvenil”, comparando la movilización con movimientos similares en Nepal y otras naciones asiáticas.
Sin embargo, legisladores del BJP y fuentes gubernamentales de India rechazaron que la juventud fuera la responsable y acusaron a ciertos individuos políticos de instigar deliberadamente la violencia.
Ladakh formaba parte del semiautónomo estado de Jammu y Cachemira hasta 2019; cuando el gobierno de Narendra Modi retiró su estatus especial y la separó como territorio independiente.
Desde entonces, la población local de India reclama la restauración de derechos políticos, mayor representación y mejoras laborales; cuestiones que se han visto afectadas por la reorganización territorial. La tensión persistente entre las demandas locales y las políticas centrales sigue siendo un factor clave en la inestabilidad de la región.
