La llegada de la Guía Michelín a México en 2024 sorprendió al reconocer no solo a restaurantes de alta cocina como Pujol, del chef Enrique Olvera, sino también a una modesta taquería de la Ciudad de México con 57 años de tradición: El Califa de León.
Famosa por sus tacos de bistec, costilla y chuleta, la estrella Michelín fue otorgada principalmente gracias al trabajo del parrillero Arturo Rivera, quien se convirtió en el rostro del reconocimiento.
Sin embargo, a un año del galardón, la historia ha dado un giro inesperado. Rivera renunció al restaurante apenas cuatro meses después de recibir la estrella.
Mario Hernández, dueño del establecimiento, aseguró que “lo marearon, lo compraron, le bajaron el sol, la luna y las estrellas. Lo nombraron chef. ¿Chef de qué?”, comentó.
Se negó a firmar un acuerdo de confidencialidad sobre la técnica secreta de los cortes de carne, desarrollada por su padre. “Se le subió el humo a la cabeza… Él se creyó un rockstar… que Dios lo bendiga”, expresó el propietario.

Renunció tras alcanzar la gloria con la Michelín
Arturo Rivera, por su parte, ofreció su versión a El País y en entrevista con Jessie Cervantes. Contó que, tras recibir el premio, su padre fue hospitalizado y falleció poco después, dejándolo emocionalmente vulnerable.
“El lunes 13 de mayo de 2024 mi papá fue hospitalizado, un día antes del premio. Hice guardia y les hablé (a la Guía Michelín) para decirles que no podía ir, fue una ofensa para ellos y me pidieron un reemplazo (…) El 31 de mayo muere mi papá”, comentó en entrevista con Jessie Cervantes.
En este tiempo un representante comenzó a buscarlo para trabajar con él de manera exclusiva: “el contrato es 80% ganancias para él, 20% para mí. Fue por él que me fui de la taquería porque sí, me bajó el sol, la luna y las estrellas”, contó para El País, en donde reveló que firmó este acuerdo.
En septiembre, Arturo Rivera ya estaba trabajando en una nueva taquería y fue en ese momento que se dio cuenta de que el contrato no era justo; sin embargo, no ha podido anularlo, ya que el representante lo insultó cuando intentó rescindir el acuerdo.
“Me amenazó con que si usaba mi imagen para hacer negocios por mi cuenta, me iba a encarcelar”, dijo e indicó que cuando él salió de la taquería El Califa de León, lo hizo en buenos términos.
La historia de Arturo Rivera es un reflejo del contraste entre el reconocimiento global y las duras realidades personales que muchos cocineros enfrentan.
 
		 
			

















