El ataque con armas blancas en Richmond Hill, Queens, alertó sobre la violencia juvenil en Nueva York. Un adolescente de 15 años persiguió a un estudiante de 16 mientras abordaba un autobús. El conductor intentó proteger al joven, pero fue rociado con gas pimienta. La policía detuvo al menor días después del incidente.
El NYPD confirmó la captura el 22 de septiembre tras viralizarse el video en redes sociales. El adolescente enfrenta cargos por agresión y posesión criminal de un arma. Vecinos y expertos señalan que este hecho refleja una tendencia preocupante. Los barrios afectados viven con miedo ante jóvenes armados.
Durante el verano, residentes de Ozone Park, Jamaica y Crotona vieron grupos de jóvenes con machetes. Aunque no siempre hubo denuncias formales, la alarma comunitaria es evidente. Expertos vinculan estos actos con pandillas locales y disputas callejeras. El machete se ha convertido en símbolo de poder y respeto.
Ex pandilleros que participan en programas de prevención explican que portar un machete envía un mensaje claro: “no te metas conmigo”. Rara vez se usan para atacar, pero infunden miedo y marcan territorio. Los líderes comunitarios buscan cambiar la narrativa. Pretenden reemplazar la violencia por oportunidades de crecimiento.
Pandillas juveniles y el peligro de las armas blancas
Organizaciones de Queens, Brooklyn y el Bronx implementan programas de empleo, educación y reinserción social. Convencer a los jóvenes de abandonar las armas requiere un enfoque humano, no solo policial. La ley Raise the Age, que elevó la edad penal a 18 años, coincide con el aumento de delitos juveniles. En 2025, los arrestos de menores por delitos graves superaron los 5,600 casos.
Casos recientes como el asesinato de Angel Mendoza y la muerte de Lesandro “Junior” Guzmán evidencian la brutalidad de la violencia urbana. El machete dejó de ser herramienta rural para convertirse en símbolo de miedo. Quienes lo portan siguen siendo adolescentes. La comunidad sigue buscando soluciones para frenar esta escalada.
