La mañana del martes 12 de agosto, activistas de la Juventud Popular Rebelde realizaron una protesta pacífica frente a la residencia del gobernador de Río de Janeiro, (Brasil) Cláudio Castro, en el distrito de Barra da Tijuca, al oeste del estado.
La manifestación coincidió con el Día Internacional de la Juventud y se enfocó en denunciar el preocupante aumento de la violencia policial en Río de Janeiro; exigiendo justicia por la muerte de jóvenes y niños a manos de las fuerzas de seguridad.
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Bajo el lema “La Juventud Negra Quiere Vivir”, los manifestantes demandaron que los policías implicados en estos asesinatos sean responsabilizados.
Esta acción surge tras los recientes datos del Ministerio de Justicia que reportan un aumento del 34.4 % en las muertes por intervención policial en el primer cuatrimestre de 2025, pasando de 212 a 285 casos en comparación con el año anterior.

Protestas en Río de Janeiro, Brasil
Larissa Vulcão, activista del Levantamiento de la Juventud Popular, denunció que los jóvenes son víctimas de una política de seguridad pública que les niega el derecho a la vida, y calificó esta política como un “proyecto de exterminio” que les roba sus sueños.
La protesta también rindió homenaje a víctimas como Herus Guimarães, un joven de 24 años asesinado en junio durante una operación del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) en Santo Amaro.
Su padre, Fernando Guimarães, afirmó que “los residentes de las favelas no son delincuentes. Mi hijo era un trabajador con futuro”.
No dia Internacional da juventude levantamos nossa voz para dizer: Juventude Negra Quer Viver! pic.twitter.com/YTMfNtngYB
— Levante Popular da Juventude 🇧🇷 (@levantepopular) August 12, 2025
Madres de otras víctimas, como Jackeline Oliveira y Paula de Oliveira, acompañaron la protesta, mientras que la exconcejala Mônica Cunha criticó al gobierno de Castro. Esta forma de protesta, conocida como “escracho”; ya ha sido utilizada por el grupo para denunciar a figuras públicas implicadas en violaciones de derechos.
La violencia policial en Brasil, especialmente en Río, sigue siendo una crisis. En 2020, más de 6,400 personas murieron por acciones policiales en el país, con 1,245 solo en Río, según datos oficiales.
 
		 
			

















