Félix Peña Peña, el hombre más longevo de San Lorenzo, Boaco, y que además sobrevivió a un derrame cerebral, celebró su cumpleaños número 100 en su casa, rodeado del cariño de sus 11 hijos, 50 nietos, 42 bisnietos y 2 tataranietos.
Todos estos se organizaron para realizarle una fiesta especial en Boaco y honrar su vida llena de trabajo y sacrificio. “Dios se encargó de mí, hoy estoy alegre con este gentillal”; dijo el agasajado.
“Uno de nosotros se encarga de poner una cosa, el otro de otra, y así nos reunimos para celebrarle”; dijo Rosalba Peña Solano, hija de Don Félix.
El centenario, casado desde hace 70 años con doña Alejandra Solano Picado, de 90, nació en una zona rural, nunca aprendió a leer ni a escribir, y, a pesar de las dificultades, siempre luchó por darle un mejor futuro a sus hijos; quienes se convirtieron en contadores, empresarios, ingenieros, periodistas y enfermeros, alcanzando una educación que antes parecía lejana.
Toda una vida de experiencias
“Los mandaba a clases, nunca los dejó ir a trabajar a otra parte, solo a clases”; dijo su esposa.
“Entre nosotros, los hermanos hay ingenieros, enfermeras, periodistas; también tenemos un contador”, comentó una de sus hijas mayores, de nombre Bertha, desde este punto en San Lorenzo, Boaco.
“Él tenía un dicho que decía ‘copa’ cuando se refería a una persona no preparada; entonces, él nos decía que no fuéramos así”; recordó su hija Luvis Peña Solano.
En medio de la celebración, un busto fue develado en homenaje a su siglo de vida. Don Félix tiene una memoria envidiable y una energía que le permite llevar una vida normal.
“Conversa con nosotros. Cuando ya es tarde, nos dice que nos vayamos temprano, que el bus nos va a dejar”; comentó Eufemia Peña Solano, su hija mayor.
Un hombre fuerte y trabajador de Boaco
No necesita bastón y toda su vida laboró como agricultor. “Yo trabajé en el monte, haciendo huertas”, recordó don Félix.
“Íbamos al campo, pegábamos alambre; él se iba en su caballo a dejar vacas”; dijo Luis Carlo Peña Solano.
Nuestro amigo Félix también tuvo la oportunidad de criar a varios de sus nietos.
“Mi padre me abandonó y él, desde pequeño, ha sido mi padre, y yo lo amo mucho, en serio”; expresó Luis Carlo.
“Es mi abuelo, pero yo me crié con él desde los dos años”, agregó Fátima Peña, su nieta.
La fiesta se celebró en la misma casa que, con mucho esmero, el protagonista de nuestra historia construyó.
“Yo le puedo traer riquezas a él, le puedo traer toda su provisión y alimentos, pero mi presencia es lo que más les importa a ellos”; finalizó Bertha.
Alegría pura para celebrar a Don Félix
Chimbombas, la instalación de una tarima, chicheros, mariachis y bailes no pudieron faltar. Los invitados disfrutaron de fritos, sopas y asados. Grandes y pequeños quebraron piñatas.
“Siempre lo voy a amar y, cuando se vaya, vamos a recordar estos tiempos en familia”; expresó Edwin Peña Solano, desde San Lorenzo, Boaco.
Además, la Asociación de Artistas Nicaragüenses le entregó un reconocimiento a Don Félix por su legado como padre esforzado.
“Su nombre deberá ser inscrito en los instintos de nuestra historia con letras de oro”; dijo Osman Balmaceda, presidente de la Asociación de Artistas de Nicaragua.
Seguramente, a muchos de nosotros nos encantaría alcanzar esa edad y contar con el temple de don Félix; quien enfrentó la vida con una fortaleza y serenidad admirables.
